Cuando 2015 llega a su fin y el ICTJ entra en su decimoquinto año, tengo el placer de compartir con ustedes esta galería de imágenes que refleja una selección del trabajo e impacto más importantes que hemos realizado este año, así como algunas reflexiones personales. Estoy orgulloso de lo conseguido en 2015, ya que hemos trabajado en importantes frentes para promover la lucha contra la impunidad y obtener justicia para las víctimas en distintas partes del mundo.
En Túnez, a pesar del difícil entorno político, y después de décadas de represión, la creación el pasado año de la Comisión de la Verdad y la Dignidad ha dado nuevas esperanzas a las víctimas. Nuestro apoyo a las iniciativas de esclarecimiento de la verdad en Túnez ha sido muy reconocido, dentro y fuera del país.
En el norte de Uganda, el complejo y profundo legado del conflicto queda patente al conocer las historias de los hijos de las mujeres y niñas que sufrieron agresiones sexuales. A través de entrevistas a decenas de niños y a sus madres, el ICTJ ha abogado contundentemente por una reparación que sigue pendiente desde hace mucho tiempo, que aspire a evitar la marginación, la pobreza y la continuación de los abusos sufridos por estos niños y sus madres.
En Colombia el ICTJ se asoció con la Fundación Kofi Annan para presentar un informe conjunto sobre la relación entre comisiones de la verdad y procesos de paz, abordando así una cuestión esencial de las conversaciones de paz que mantienen las autoridades colombianas y las FARC, negociando el fin de un enfrentamiento de 50 años. El ICTJ también ha analizado los procesos penales que se siguen en Colombia, en concreto el objetivo de las penas y la función que deberían tener en el acuerdo de paz. Las partes han anunciado un acuerdo de creación de una comisión de la verdad, así como un innovador compromiso, que permitirá el establecimiento de "tribunales de paz" con capacidad para imponer penas alternativas a quienes confiesen sus crímenes. Aunque queda mucho por hacer, muchos han acogido favorablemente esos acuerdos, entre ellos la fiscal de la Corte Penal Internacional.
Aunque la mayoría de las desapariciones forzadas afectan a hombres, esas violaciones de derechos tienen singulares repercusiones sobre sus seres queridos y familiares, en su gran mayoría mujeres. Este fenómeno lo analizó un importante estudio global del ICTJ que, centrándose en el Líbano y Nepal, está contribuyendo a cambiar la forma de abordar la relación de los profesionales de los derechos humanos con las mujeres que sufren por esas desapariciones.
Después de los conflictos armados y la represión, se suele pasar por alto el papel que la educación y la justicia transicional pueden desempeñar en las iniciativas de consolidación de la paz. Pero los aprendizajes que las sociedades extraen del recuerdo del pasado –cómo y por qué tuvieron lugar las atrocidades masivas- pueden ampliar o reducir el riesgo de repetición de los actos de violencia y represión. Promoviendo un innovador proyecto de varios años de duración, el ICTJ se asoció con UNICEF para buscar estrategias que prevengan la repetición de las violaciones de derechos humanos mediante la educación y la participación de niños y jóvenes.
Los que trabajamos en los campos de la justicia transicional y los derechos humanos también reconocemos que 2015 supuso un desafío, puesto que continuó la matanza en Siria y Oriente Próximo, así como las atrocidades en Sudán del Sur, la República Centroafricana y muchos otros países. Resulta verdaderamente preocupante el limitadísimo apoyo de la comunidad internacional a la rendición de cuentas, al reconocimiento de esos abusos masivos y a la necesidad de reformas a ese respecto.
Durante este año, el ICTJ contribuyó a activar las alarmas con una serie de intervenciones, entre ellas un debate en línea que se preguntaba si la comunidad internacional ha abandonando la lucha contra la impunidad. El acto, que reunió opiniones de personalidades destacadas de los campos de la justicia transicional y los derechos humanos, quiso centrar la atención en los puntos esenciales que más trabajo necesitan y en los más alentadores.
Con la llegada del año nuevo, el ICTJ entra con orgullo en su decimoquinto aniversario. Es un momento apasionante para nosotros. Creo que nuestros fundadores, al observar lo conseguido hasta ahora, tendrán la sensación de que hemos cumplido con nuestro deber. Sin embargo, me parece que lo más importante es que las víctimas encuentren consuelo y esperanza en nuestra labor. En el ICTJ seguimos empeñados en redoblar nuestros esfuerzos para ayudar a las sociedades a lidiar con el legado de los abusos y para impedir que vuelvan a repetirse.
Mis mejores deseos para un próspero año 2016.
Atentamente,
David Tolbert