Hijos de la desaparición paterna y la lucha materna

29/08/2014

En medio de la brutalidad de un conflicto armado o de un régimen represivo, en muchas ocasiones no se vuelve a saber nada sobre las personas que desaparecen: ya sea desaparecidas a manos de agentes del Estado o secuestradas por facciones armadas, el destino de miles de personas sigue siendo un misterio a día de hoy.

Las consecuencias de las desapariciones son devastadoras para los familiares y pueden prolongarse durante generaciones. Impiden las prácticas de duelo y el homenaje a los muertos que marca cada tradición, y los familiares, sin una verdad que les permita pasar página, caen en un vacío emocional y psicológico. Cuando la verdad sobre las desapariciones está enmascarada por un silencio impuesto, las sociedades en su conjunto pueden quedarse atrapadas en un miedo perpetuo al futuro.

Los niños y jóvenes sufren especialmente las consecuencias de la desaparición de sus seres queridos. En la infancia, al trauma de la pérdida de uno de los progenitores o de un tutor se añade la súbita falta de apoyo y una reducción drástica de la sensación de seguridad y protección. Con frecuencia, los familiares intentan proteger a los niños de una realidad brutal, no les explican realmente a qué obedece la desaparición y el descubrimiento último de la verdad tiene sus propias consecuencias psicológicas negativas. La trayectoria vital de esos niños puede cambiar definitivamente: la desaparición de un pariente cercano puede tener profundas consecuencias que se prolonguen hasta la madurez, influyendo en distintos aspectos vitales de orden psicológico y sanitario, así como en las relaciones sociales y la educación. Incapaces de acceder a la verdad sobre una desaparición, los que quedan suelen pasarse la vida exigiendo saber el paradero de sus seres queridos y por qué se los llevaron. De mayores, muchos se han situado en primera línea de la lucha por el esclarecimiento de la verdad sobre las desapariciones, exigiendo que se asuman responsabilidades.

Este año, para conmemorar el Día de los Desaparecidos, contamos la historia de Ziad y Ghassan Halwani, dos hermanos libaneses cuyo padre fue secuestrado y desapareció cuando ellos eran pequeños. Su historia pone claramente de relieve el profundo impacto que a largo plazo tienen las desapariciones en la trayectoria vital de quienes aún no están formados. También nos recuerda que los Estados tienen la responsabilidad de esclarecer la verdad sobre los desaparecidos, de garantizar la rendición de cuentas y de reparar a las víctimas.

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