Panel 1: Construcción de paz y justicia transicional: el rol de la verdad

La primera sesión de trabajo de la conferencia de Bogotá, moderada por Alejandro Santos, director de la revista Semana, se centró en el papel de la búsqueda de la verdad y en el futuro potencial de la comisión de la verdad dentro del actual proceso de paz de Colombia.

Sergio Jaramillo, Alto Comisionado para la Paz, inauguró la sesión perfilando los principales elementos del proceso de paz que se celebra en La Habana, basado en una forma razonablemente compartida de entender tres elementos: la justicia y las víctimas, la desmovilización y el desarme, y la aplicación de lo acordado. Recordó a los participantes que las actuales negociaciones de paz no solo tratan de alcanzar un acuerdo entre partes enfrentadas, sino poner fin a décadas de conflicto e interrumpir los interminables ciclos de violencia, otorgando atención primordial a la justicia transicional.

Jaramillo destacó que “Tiene que ser una paz justa, lo que a nuestro juicio quiere decir una paz que, por una parte, ofrezca seguridad jurídica a los combatientes, incluyendo a los miembros de las Fuerzas Militares, pero que sea una paz que es reconocida como justa por las víctimas y por la sociedad en general. Si no logramos ese equilibro, esa paz no será justa, y por tanto no será legítima ni tendrá ninguna sostenibilidad. Y por último tiene que ser una paz eficaz, una paz que lleve a cambios reales en los territorios. El Gobierno no se metió en esto para dejar las cosas como están, el gobierno se metió en esto para transformar la realidad. El cambio principal es romper el ciclo histórico de violencia y de venganza. (…) No podemos volver a repetir el error histórico de pensar que simplemente pasamos la página, porque de esa manera mantenemos vivo el germen de la venganza y la violencia”.

El Alto Comisionado para la Paz añadió que “La verdad [se entiende], como un complemento necesario a la justicia, y lo podemos decir nosotros porque ya sabemos qué fue lo que nos ocurrió con el proceso de ‘Justicia y Paz’, que sin duda produjo información muy importante, produjo verdad, pero a costa de muy pocas condenas, a costa de unos procesos judiciales en el tiempo muy poco efectivos, tenemos que separar para que la justicia haga lo que tiene que hacer y esta verdad general se trate de otra manera”. Jaramillo puso especial énfasis en la experiencia de las víctimas en La Habana, y los deseos que éstas expresaron no solo por develar la verdad general, sino por saber qué pasó con los desaparecidos.

En este contexto, reflexionó Jaramillo, el valor añadido de la posible comisión de la verdad es la participación social, para que las víctimas se involucren de forma digna, pero también el conjunto de la sociedad, incluyendo a los combatientes. Estos deben responder ante las víctimas y, también con dignidad, dar su propia versión de qué ocurrió y cómo.

Jaramillo apuntó especialmente la importancia que tiene el reconocimiento de los crímenes para la transformación de una sociedad como la colombiana: “En Colombia tenemos mucho conocimiento pero tenemos muy poco reconocimiento, y ahí es donde creo que va a estar la diferencia, porque si todos reconocemos, ahí también está la dignidad. No podemos pensar que de nuestro propio lado no hay culpas, (…) que somos unos demócratas impolutos y que de nuestro propio lado no ocurrió nada. Sí ocurrió. Y en la medida en que nosotros lo reconozcamos, podemos exigirles más a los demás”.

Después de la presentación de Jaramillo, Alan Doss, director ejecutivo de la Fundación Kofi Annan, insistió en la capacidad de las comisiones de la verdad para afrontar aspectos profundamente humanos de los conflictos, emociones residuales como la furia y la pena, que conforman el legado de la violencia.

“Si no abordamos esas emociones es prácticamente imposible llegar a una paz duradera, ya que alimentan el deseo de venganza y los ciclos de violencia”, afirmó Doss, para después añadir que “el complemento de la verdad es la claridad, sin claridad no hay verdad. Esta es una de las necesidades fundamentales que tienen las sociedades después de los conflictos, y las comisiones de la verdad ayudan a proporcionar esa claridad y a avanzar”.

En su presentación, Marcie Mersky, exmiembro de la Comisión de Esclarecimiento Histórico de Guatemala y directora de Programas del ICTJ, trató dos importantes mitos sobre lo que las comisiones de la verdad pueden conseguir.

En palabras de Mersky, el primero de ellos es que la labor de una CV conduce necesariamente a un consenso sobre la historia y a la reconciliación.

“En países donde la polarización está tan arraigada como en Guatemala o en Colombia, es muy difícil pensar que de un ejercicio de estos pueda surgir una versión consensuada de la historia o que pueda surgir la reconciliación. Seguramente de una comisión va a salir una versión consensuada de los comisionados y eso va a ser un aporte muy importante. Pero eso no quiere decir que la sociedad la va a aceptar”, señaló Mersky, mencionando ejemplos de Guatemala o de Estados Unidos y su lucha por llegar a un relato común sobre su guerra civil.

En opinión de Mersky, lo que hace todavía más compleja la reconciliación es que su vertiente interpersonal suele confundirse con la reconciliación social, la política o la que afecta a sectores antes en guerra.

“Una comisión aporta a un reconocimiento de los hechos, del sufrimiento y de los daños causados, de las responsabilidades, y eso ya es un paso hacia la reconciliación. Es un paso más si contribuye a la revaloración de la vida de las víctimas y a su desestigmatización en la sociedad, si contribuye a desestigmatizar a los luchadores sociales y a los defensores de derechos humanos, a la construcción de nuevos valores para las relaciones políticas y sociales, y todavía más si logra contribuir a que la sociedad pueda indignarse por las atrocidades cometidas”, dijo Mersky.

Y añadió: “Pero todo esto, de verdad, depende mucho de la calidad de la comisión, de su legitimidad y su capacidad para convocar a una profunda reflexión como decía al principio sobre las causas del conflicto y sobre las políticas y las prácticas que dieron lugar a tanta polarización, a tanta violencia, y a tanta descalificación y deshumanización del otro, así que tendrán que enfrentar esas verdades incómodas que mencionaba el presidente Santos en su discurso”.

Mersky reflexionó igualmente sobre un segundo mito que acompaña la labor de las comisiones de la verdad: que solo son útiles para las víctimas. “Una comisión de verdad queda muy incompleta si es sólo para las víctimas. Sí tendrían que jugar un papel central con sus voces y sus aportes, y la labor de la comisión tendría que ser un proceso que en cada momento respeta y visibiliza su dignidad, pero si es solo para las víctimas se pierden muchas oportunidades. Una comisión tiene que convocar a todos los sectores de la sociedad y pienso en particular en las élites, que muchas veces se sienten ajenas a este tipo de ejercicios. Tendría que convocar a los sectores que se han sentido ajenos al conflicto”, reflexionó Mersky.

El último orador de la sesión, Álvaro de Soto, exrepresentante especial del secretario general de las Naciones Unidas en El Salvador, describió cómo la comisión de la verdad salvadoreña se materializó a partir de unas negociaciones de paz en las que la guerrilla exigió que la cúpula militar rindiera cuentas de las atrocidades cometidas durante la guerra civil.

A continuación señaló tres conceptos fundamentales que, en su opinión, ponen de relieve las posibles aportaciones que las comisiones de la verdad pueden hacer a la sociedad después de un conflicto.

“Una sociedad traumatizada tiene que pasar por un ejercicio catártico para poder sobreponerse y superar ese trauma. Si no hay un ejercicio de búsqueda de la verdad, pues las víctimas se lo van a reclamar y si se pospone se los reclamarán los hijos de las víctimas. Es importante dar voz a las víctimas puesto que todos tienen algo de verdad pero hay que buscar esa síntesis”.

El negociador peruano añadió: “Estos conflictos antiguos que desgarran sociedades siempre tienen un trasfondo de confrontación de narrativas; es difícil llegar a esta síntesis, pero si lo que Colombia intenta no es solamente terminar el conflicto sino quebrar para siempre el ciclo de violencia, tiene que hacer este esfuerzo”.

Después de la sesión se produjo un animado debate, con preguntas del público, que abordó, entre otros asuntos, el papel que tendrían los medios de comunicación, sobre todo las redes sociales, en la revisión del pasado que catalizaría una comisión de la verdad en Colombia; la relación entre las medidas de rendición de cuentas y la posible comisión de la verdad; el papel de la CPI en el contexto colombiano; el lugar de los excombatientes en el proceso de justicia transicional, y el enfoque que habría que dar a grupos especialmente vulnerables como mujeres y niños.

Vea el video completo del Panel 1: