Este informe analiza las importantes dimensiones de género de la desaparición forzada y cómo estas afectan tanto a las mujeres desaparecidas como a aquellas que son víctimas en virtud de sus lazos familiares con los desaparecidos. En ambos casos, los roles de género y las desigualdades arraigadas en la tradición, raza, cultura, religión y clase hacen que las experiencias de las mujeres sean diferentes a las de los hombres. El informe contiene ejemplos recogidos de testimonios directos en Nepal, Líbano así como un análisis comparado de 31 países, pone de manifiesto que, después de una desaparición, y a consecuencia del incremento de la pobreza, los conflictos familiares y el trauma psicológico, la victimización tiende a ser constante.