La justicia transicional siempre ha contado la prevención entre sus principales objetivos. En Argentina, por ejemplo, la noción de “Nunca más” fue parte integral del trabajo de la Comisión Nacional sobre los Desaparecidos. A un nivel más amplio, en las décadas de 1990 y 2000, los Principios para combatir la impunidad de la ONU instaron a las sociedades en transición a tomar medidas específicas para garantizar la no repetición de graves violaciones de derechos humanos. Además, los diversos elementos de la justicia, como la verdad, la rendición de cuentas, la reparación y la reforma, se entienden fundamentalmente para ayudar a las sociedades a evitar la repetición de los errores del pasado.
Hoy en día, la prevención es una de las principales prioridades en la agenda política mundial, incluso para actores como las Naciones Unidas dentro de marcos como los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda Común de las Naciones Unidas. Esta agenda ha reconocido repetidamente el valor preventivo de la justicia transicional para abordar los factores comunes de las violaciones y la violencia, como la exclusión, la fragilidad y la desigualdad. En 2004, por ejemplo, el informe del Secretario General de la ONU sobre la justicia transicional y el estado de derecho afirmó enfáticamente que, en lo que respecta a la paz y la estabilidad, “la prevención es el primer imperativo de la justicia”. En 2016, el Consejo de Seguridad y la Asamblea General repitieron este mensaje en resoluciones gemelas sobre el mantenimiento de la paz.
Prevención
La prevención es una prioridad máxima en la agenda política global para la paz, el desarrollo y la gobernabilidad. Esta agenda reconoce el valor preventivo de la justicia transicional, no solo para ayudar a las sociedades a evitar que se repitan violaciones masivas de derechos humanos, sino también para abordar los factores comunes en eventos violentos y conflictos, tales como la exclusión, la fragilidad y la desigualdad.
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