Imagina que tu hermana o hermano ha sido secuestrado y asesinado en el camino a casa desde la escuela. O tu madre o tu padre han sido desaparecidos a la fuerza por un escuadrón militar de la muerte. Estarías conmocionado y afligido; la pérdida sería abrumadora. Y tarde o temprano, exigirías respuestas. Querrías que se hiciera justicia. 
 
Pero, ¿qué pasaría si no estuviéramos hablando de una víctima sino de decenas o cientos de miles, personas como nuestros padres, nuestros hermanos y hermanas, nuestros hijos, brutalmente asesinados o desaparecidos, sometidos a incontables abusos o torturas, violencia sexual o de género, o forzados a huir aterrorizados de sus hogares, de todo lo que construyeron y alguna vez conocieron? ¿Qué pasaría si comunidades enteras fueran masacradas o perseguidas por su etnia, raza, fe, género u orientación sexual, o afiliación política? ¿Qué pasa si estas comunidades han sido sistemáticamente privadas de todos sus derechos, incluidos los sociales y económicos, y obligadas a vivir al margen de la sociedad? 

¿Qué entendemos por justicia en estas circunstancias? ¿Cómo podemos buscar justicia si el propio estado perpetró o fue cómplice de violaciones contra sus propios ciudadanos? ¿Qué se puede hacer para restaurar los valores básicos de confianza y respeto en un sistema destrozado por atrocidades cometidas a gran escala? ¿Cómo se recupera una sociedad? ¿Cómo hacemos justicia mientras buscamos la paz y la estabilidad? 

La justicia transicional se refiere a cómo las sociedades responden a legados de violaciones masivas y graves de los derechos humanos. Plantea algunas de las preguntas más difíciles del derecho, la política y las ciencias sociales y representa innumerables dilemas. Si bien cada contexto es único, las sociedades y las partes interesadas de todo el mundo deben encontrar respuestas a las mismas preguntas difíciles una vez deciden emprender este camino. ¿Cuándo y cómo conseguir un futuro pacífico, justo e inclusivo donde los crímenes del pasado se hayan reconocido y reparado y en el cual los ciudadanos y los líderes concuerden en que la violencia y los abusos contra los derechos humanos no pueden repetirse? El camino es largo y desafiante y requiere la participación significativa de las víctimas junto con todos los sectores de la sociedad. 
 
Sobre todo, la justicia transicional tiene que ver con las víctimas. Se centra en sus derechos y dignidad como ciudadanos y seres humanos y busca la rendición de cuentas, el reconocimiento y la reparación de los daños sufridos. Al poner a las víctimas y su dignidad en primer lugar, la justicia transicional señala el camino a seguir para un contrato social renovado en el que se incluye a todos los ciudadanos y se protegen los derechos de todos. 
 
La justicia transicional involucra a personas que se unen para enfrentar los legados de graves atrocidades, o para poner fin a ciclos recurrentes de conflictos violentos, mediante el desarrollo de una variedad de respuestas. Estas respuestas pueden incluir reformas de los sistemas e instituciones legales y políticos que rigen una sociedad, así como mecanismos para descubrir la verdad sobre lo que sucedió y por qué y para determinar el destino de las personas detenidas o desaparecidas forzosamente. Pueden incluir procesos judiciales y extrajudiciales, como enjuiciamientos penales nacionales o internacionales para responsabilizar a los perpetradores. También pueden incluir iniciativas para proporcionar 
 
reparaciones a las víctimas de múltiples formas, tales como compensación económica, pensiones, restitución de la propiedad o de los derechos civiles y políticos, acceso a la atención de la salud o la educación, y reconocimiento y memoria de las víctimas y los abusos que sufrieron. 

La implementación de estas respuestas, ya sea solas o en combinación, ayudan a una sociedad a pasar del conflicto a la paz sostenible, del autoritarismo a la democracia, de un legado de abusos masivos contra los derechos humanos al respeto de los derechos humanos, y de una cultura de impunidad a una en la que los ciudadanos son tratados con dignidad. Son aplicables en países todavía desgarrados por la guerra, en aquellos que emergen de un conflicto o represión y en democracias desarrolladas que enfrentan violaciones de derechos humanos no reconocidas asociadas con el racismo sistémico y la marginación. Sin embargo, estos procesos no son fáciles de implementar y pueden llevar años. Un desafío común es cómo estructurar o secuenciar los pasos. Otro es mantener el impulso inicial, la energía y el optimismo mientras se impulsan procesos que pueden tardar mucho en completarse. 
 
La justicia transicional no es una cosa o un proceso, ni es una fórmula replicadora de instituciones. En cambio, la justicia transicional es más como un mapa y una red de caminos que pueden acercar a los países a lo que quieren llegar a ser: sociedades más pacíficas, justas e inclusivas que han aceptado su pasado violento y han brindado justicia a las víctimas.  

No hay una ruta trazada. Diferentes sociedades toman rutas diferentes, dependiendo de la naturaleza de las atrocidades que ocurrieron y las particularidades de esa sociedad, incluyendo su cultura, historia, estructuras legales y políticas y capacidad, así como su composición étnica, religiosa y socioeconómica. Qué tan lejos y qué tan rápido transite una sociedad por este camino depende de la determinación, el esfuerzo incansable y la colaboración de muchas partes interesadas, desde actores gubernamentales y políticos hasta víctimas, organizaciones de la sociedad civil y ciudadanos del común.