Desde tiempos inmemoriales, hacer justicia por un crimen equivale generalmente a imponer un castigo a quien lo perpetró. Incluso hoy, un sector de la sociedad, entre los que se cuentan víctimas y legisladores, siguen creyendo que no se ha impartido justicia a menos de que el culpable reciba una sentencia severa, punitiva, por ejemplo una pena de prisión larga o incluso la pena capital para los crímenes más atroces. Sin embargo, la teoría de la justicia ha evolucionado a pasos agigantados en este siglo.