Hacer lo correcto

02/11/2023

En una declaración emitida el 15 de octubre, el Secretario General de la ONU, António Guterres, escribió: “En este momento dramático, en el que estamos al borde del abismo en Medio Oriente, es mi deber...hacer dos enérgicos llamados humanitarios. Uno a Hamás: los rehenes deben ser liberados inmediatamente y sin condiciones. Uno a Israel: se le debe conceder acceso rápido y sin obstáculos a la ayuda humanitaria, los suministros y los trabajadores humanitarios por el bien de los civiles en Gaza”. Estos dos objetivos, válidos por derecho propio, continuó, “no deben convertirse en moneda de cambio y deben implementarse porque es lo correcto”.

El Consejo de Seguridad de la ONU, enfocado en defender ciegamente los intereses nacionales de las superpotencias e inmerso en la retórica política, oyó pero no escuchó sus palabras. Como resultado, el consejo traicionó su misión e hizo caso omiso, de facto, del indescriptible sufrimiento humano que ha resultado del más reciente episodio violento en este conflicto de 75 años.

Mientras tanto, la situación en Gaza empeora minuto a minuto. El número de víctimas aumenta cada día a medida que continúan los bombardeos y se retiene, con un asedio implacable, la ayuda humanitaria que los civiles necesitan desesperadamente (incluidos productos básicos como agua potable, alimentos, suministros médicos y combustible). “Gaza se ha convertido en un cementerio de miles de niños. Es un infierno para todos los demás”, dijo el portavoz de UNICEF, James Elder, el 31 de octubre. Según UNICEF, más de 3.450 niños han muerto y al menos 6.300 han resultado heridos desde que comenzó el ataque al enclave el 7 de octubre. En promedio, la cifra asciende a 420 niños muertos o heridos cada día en promedio.

El flujo interminable de imágenes gráficas y espantosas que han aparecido en la prensa y en las redes sociales desde el 7 de octubre da fe de la escala masiva de la devastación y el sufrimiento humano, en flagrante violación del derecho y las normas internacionales. Hasta ahora, las partes del conflicto han ignorado los llamados a respetar el derecho internacional humanitario y proteger a la población civil. Pero no son los únicos que tienen responsabilidades.

Todos los Estados parte en las Convenciones de Ginebra tienen la responsabilidad de defender el derecho internacional humanitario. Sin embargo, los gobiernos que tienen el poder para persuadir a los actores involucrados a respetar el estado de derecho no lo han hecho. Los Estados que suministran armas a las partes beligerantes, especialmente aquellos que ratificaron las Convenciones de Ginebra y han respaldado la Declaración Política sobre el fortalecimiento de la protección de los civiles frente a las consecuencias humanitarias derivadas del uso de armas explosivas en zonas pobladas, deben garantizar que el uso del armamento que proporcionan cumpla con los principios y normas legales y éticos que ellos mismos suscriben.

Podemos argumentar que esta violencia debe cesar para evitar una mayor escalada de la guerra y desestabilización en la región. Es verdad. También podemos argumentar que este conflicto solo terminará cuando se aborden sus causas profundas, se corrijan las injusticias históricas y se negocie pacíficamente una solución política. Eso también es cierto.

Pero, por ahora, el imperativo moral es claro y simple: un alto al fuego, acceso sin obstáculos a la ayuda humanitaria y la liberación incondicional de los rehenes. Porque es lo correcto.

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FOTO: Palestinos inspeccionan las ruinas de la Torre Aklouk, destruida por los ataques aéreos israelíes, en la ciudad de Gaza el 8 de octubre de 2023. (Wafa/APAimages vía Wikimedia)