En Bogotá, memoria con participación ciudadana

22/12/2011

Con puñados de tierra y mensajes escritos en pequeñas tiras de papel, decenas de bogotanos realizaron en diciembre la ceremonia de aportes a la construcción del Memorial por la Vida y los Derechos Humanos, que se construye en el Parque del Renacimiento de la capital colombiana, ahora denominado Parque de la Reconciliación.

Un gran arpa de cuerdas en las que penden pequeños cilindros de vidrio fue el escenario principal de esta ceremonia, realizada en el mismo lugar donde las grúas mueven la tierra y dan forma al memorial, un proyecto desarrollado por el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. Tras tomar un cilindro del arpa, cada uno de los asistentes tomaba tierra en sus manos y la deslizaba al interior del cilindro, junto a un mensaje inspirado en las víctimas de la violencia política en el país. Los cilindros fueron retornados uno a uno al arpa de cuerdas que al final cargaba mensajes de admiración, de nostalgia, de amor, de rabia y de esperanza.

“Lo más importante de este memorial es que es construido con aportes de todos. La tierra que estamos depositando hoy, y que se seguirá recogiendo en futuras ceremonias, hará parte de la construcción física del memorial”, dijo Darío Colmenares, del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación.

“Más que una idea arquitectónica, este proyecto se gestó en torno a una acción social”, afirmó Santiago Fonseca, uno de los creadores de la obra. Hasta el momento, diversos grupos poblacionales han aportado puñados de tierra y mensajes escritos, entre ellos, mujeres desplazadas, estudiantes y víctimas del genocidio del partido político de izquierda Unión Patriótica.

Estos harán parte de la edificación, que se espera esté lista en el mes de marzo, y que consta de una construcción subterránea, que será sede de actividades y exposiciones en torno a la memoria y las víctimas de la violencia política. Esta edificación estará cubierta por un espejo de agua sobre el cual resaltará un obelisco que lleva en su exterior una constelación de 2.600 cilindros rellenos de tierra y de mensajes recogidos en las ceremonias.

Más allá de la infraestructura

Pero en el proyecto del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, la participación ciudadana va más allá de la infraestructura física. Este cuenta con una junta asesora, conformada por personas notables, entre ellos académicos, miembros de instituciones, políticos, líderes de base, estudiantes, investigadores y personas interesadas, y un proceso de concertación desarrollado a través de mesas consultivas por la memoria.

En este proceso han enfrentado retos como la concertación de medidas entre organizaciones sociales y de víctimas y las instituciones del Estado. Por eso, “como centro de memoria, hemos tenido que demostrar permanentemente una conducta de respeto por la autonomía de las organizaciones, de reconocimiento de sus historias, de valoración por sus recorridos y de conocimiento de sus diferencias, todo lo cual sumó para una relación de confianza sin la cual no habría sido posible este proceso de discusiones”, dice José Antequera Guzmán, asesor del centro de memoria.

“Las organizaciones de víctimas aportamos como parte de nuestra reflexión en torno a cómo hacer desde la política y la estética para lograr la trascendencia y el duelo. Los colombianos necesitamos representar, no sólo la muerte de los caudillos, sino también aquello que se rompe con su muerte, aquello que debe ser transformado”, expresó Claudia Girón, representante de la Fundación Manuel Cepeda.

Un segundo reto que enfrentan los procesos de memoria en Colombia es superar las barreras creadas por la continuidad del conflicto para el conocimiento de la verdad. “El derecho de las víctimas de las graves violaciones de los derechos humanos e infracciones al DIH a la verdad y la memoria es impostergable. La memoria de un conflicto armado no siempre se puede construir cuando ya esté finalizado y no podemos pedirles a las víctimas esperar hasta el momento en que las partes accedan a la negociación del conflicto. Construir la memoria en medio del conflicto implica desafíos importantes pero también posibilidades, como dar visibilidad a los daños que el conflicto ha producido y sigue produciendo, y manifestar el rechazo de la sociedad a la guerra”, afirma Milosz Kusz, responsable del área de Memoria en el Programa Colombia de ICTJ.

Cartografía de la Memoria

En la ceremonia de aportes al memorial también fue presentada la Cartografía de la Memoria de Bogotá, un instrumento que identifica lugares de la ciudad donde ocurrieron “hechos de la historia del conflicto armado, de la violencia socio política y de las vulneraciones de los derechos humanos”. También se marcan en esta cartografía lugares donde hay expresiones de la memoria, como monumentos y placas, así como lugares representativos de las luchas sociales por la democracia y la paz.

“Cada punto rememora y hace un homenaje a víctimas o a eventos de trascendencia para este país. Esta cartografía se ha ido documentando con aportes de familiares y de organizaciones. La idea ha sido tener esta cartografía georeferenciada y documentada de modo que sea un instrumento participativo, pedagógico y antropológico de la ciudad”, aseguró Camilo González Posso, director del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación. “Al incorporar los hitos de la paz en la ciudad, se convierte en una memoria de la historia reciente con visión de futuro”, concluyó Colmenares.

*Foto cortesía del Centro de Memoria, Paz y Reconciliación*