Un sueño loable: la tenaz búsqueda de la justicia en Guatemala

14/07/2017

¿Llevar al general Ríos Montt y a otros destacados mandos militares a juicio por genocidio ante los tribunales guatemaltecos? En 1999, para miles de víctimas indígenas de la guerra civil en el país, y para toda Guatemala, era un sueño loable de justicia, cuyas posibilidades de hacerse realidad parecían escasas. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH), que se constituyó con el apoyo de la ONU y para la que trabajé, acababa de publicar sus conclusiones: fuerzas estatales habían cometido actos de genocidio por lo menos en tres regiones del país. El informe reivindicaba a los defensores de derechos humanos y a cientos de comunidades indígenas que durante años habían denunciado las matanzas generalizadas de los suyos y la devastación de aldeas a comienzos de la década de 1980, en el apogeo de la guerra. El texto conmocionó al Ejército y a las élites que apoyaban las genocidas iniciativas contrainsurgentes.

Pero, ¿era posible un juicio en el sistema judicial guatemalteco, enormemente debilitado y en entredicho, que en más de 30 años sólo había juzgado un caso de ejecución extrajudicial relacionado con el conflicto?

Yo era de las que lo dudaba. En esa época, ya llevaba unos 20 años viviendo y trabajando en o sobre Guatemala, primero ocupándome de la tenencia de tierras y después centrándome más en los derechos humanos y las reparaciones para las víctimas de la guerra. En la década de los noventa, gracias a mi labor en la CEH y el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI), auspiciado por la Iglesia católica, escuché testimonios de cientos de víctimas. Sigo teniendo muy presentes sus gráficos relatos de atrocidades, sufrimientos y enormes esfuerzos para reconstruir sus vidas, narrados con gran dignidad y a menudo sin llegar a creerse cómo habían podido sobrevivir. Querían que se conociera y proclamara la verdad sobre la injusticia y las ignominias que habían sufrido. Para esas víctimas, estaba claro que el derecho a la verdad era una forma de justicia.

Al mismo tiempo, otros comenzaron a desarrollar “el caso”. El hecho de que la CEH concluyera que había habido un genocidio favoreció aún más esas iniciativas. Durante los 14 años siguientes, decenas de personas, en su mayoría guatemaltecas, trabajaron diligentemente, superando poco a poco multitud de contratiempos para llevar a los tribunales el caso de genocidio en un entorno de lo menos favorable. Esa determinación, conjugada con la creciente capacitación de los abogados y defensores de derechos humanos del país, la aparición en el sistema judicial de un reducido pero valerosísimo grupo de jueces y fiscales que poco a poco ha ido ganando espacios de independencia, y, sobre todo, la insistente demanda de justicia de las propias víctimas, condujo al día de marzo de 2013 en el que dos generales —un exjefe de Estado y un exdirector de la inteligencia militar— comparecieron ante el tribunal, y ante sus víctimas, para ser juzgados por genocidio.

El juicio permitió que las víctimas-testigos fueran escuchadas en público como nunca se las había escuchado, y que la sociedad se enfrentara a la verdad sobre acontecimientos espantosos que quizá hubiera ignorado o negado. También puso de relieve las profundísimas y persistentes fracturas estructurales que recorren Guatemala, basadas en la riqueza, la etnicidad y el poder. Al final, para revocar la condena, las élites del país se quitaron las máscaras, ejerciendo su poder con crudeza, sin cortapisas.

Pero quizá me esté adelantando. En la crónica en profundidad que sigue, Marta Martínez narra esta fascinante historia sirviéndose de las palabras y las reflexiones de algunos de sus protagonistas. La lucha por la justicia nunca se reduce a una sola persona, sino que la impulsa una constelación de individuos conocidos y desconocidos, que gracias a un esfuerzo y un compromiso incesantes y muy prolongados en el tiempo consiguen por fin coordinarse y alcanzar metas extraordinarias. Esta es la historia de algunas de las estrellas que formaron esa constelación en Guatemala. ¡Espero que, en este Día Internacional de la Justicia, les parezca tan reveladora e inspiradora como a mí!

Recorre el largo camino a la justicia en Guatemala que llevó hasta el juicio por genocidio

FOTO: El público en el juicio por genocidio contra Efraín Ríos Montt en Guatemala. (Sandra Sebastián/Plaza Pública)