La justicia transicional y la lucha por los derechos indígenas: entrevista a Eduardo González

11/02/2013

Los pueblos indígenas son de los más perjudicados por los conflictos actuales: ocupan territorios ricos en recursos que suelen ser codiciados por grupos poderosos y violentos, y se suele desconfiar de su identidad, lo que los hace especialmente vulnerables a los conflictos o la represión estatal. Durante siglos, las naciones indígenas que no fueron repentinamente aniquiladas se han visto obligadas a luchar contra el lento deterioro de su lengua, su cultura y sus tradiciones.

Cada vez es más habitual que diversas medidas de justicia transicional aborden los derechos indígenas y el ICTJ participa activamente en la elaboración de un discurso que defiende la utilidad de las comisiones de la verdad y otros mecanismos de justicia transicional en la lucha por los derechos de los pueblos indígenas.

En los próximos meses, el ICTJ presentará o participará en cuatro grandes iniciativas a este respecto:

En Maine, los miembros de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación sobre el Bienestar Infantil del Estado de Maine Wabanaki aceptarán oficialmente sus puestos durante una ceremonia tradicional, precedida de un día de meditación y oración celebrado en todo el Estado.

Junto al Instituto para el Estudio de los Derechos Humanos de la Universidad de Columbia y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, el ICTJ organizará un seminario de expertos sobre el acceso a la justicia de los pueblos indígenas, entre otras cosas mediante procesos de verdad y reconciliación.

El ICTJ publicará la versión en español del manual Herramienta para profesionales sobre cómo fortalecer los derechos indígenas a través de las comisiones de la verdad.

Gracias al trabajo del Programa para la Infancia y la Juventud del ICTJ participaremos en un acto nacional de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá en Quebec.

Para presentar la cobertura en profundidad queel ICTJ llevará a cabo en estos acontecimientos, hablamos con el sociólogo peruano Eduardo González, director del Programa de Verdad y Memoria del ICTJ. En esta esta entrevista podrán saber más sobre las actividades de los próximos meses, observando más de cerca la relación entre derechos indígenas y justicia transicional.


¿Qué puede aportar la justicia transicional a la lucha por los derechos indígenas?

Los pueblos indígenas son de los más perjudicados por los conflictos violentos. Incluso en situaciones no caracterizadas por dictaduras o enfrentamientos internos, esos pueblos son víctimas de abusos sistemáticos y estructurales como la marginación, la falta de poder político, la desconfianza y, desde luego, una pobreza generalizada.

Esta situación plantea la necesidad de que reciban algún tipo de reparación, un derecho universal de todas las víctimas de violaciones de derechos humanos que en el caso de las poblaciones indígenas tiene una especial relevancia.

Según la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, éstos tienen derecho a ser consultados sobre cualquier política que tenga que ver con sus derechos y a darle o retirarle su consentimiento. Si los Estados quieren impulsar comisiones de la verdad, programas de reparaciones u otros programas de justicia transicional relativos a cuestiones que afecten a los pueblos indígenas, para desarrollarlos deben consultar a esos pueblos.

"Incluso en situaciones no caracterizadas por dictaduras o enfrentamientos internos, esos pueblos son víctimas de abusos sistemáticos y estructurales"
    A lo largo de la historia hemos visto varias situaciones y casos, por ejemplo en América Latina, en países como Perú y Guatemala, en los que los conflictos armados han castigado especialmente a las poblaciones indígenas, donde éstas han sido la mayoría de las víctimas de todo tipo del conflicto.

En esos casos, los Gobiernos de Perú y Guatemala y otros países de la región han constituido instituciones para ocuparse de esas violaciones de derechos. Sin embargo, estas se crearon partiendo de una lógica carente de toda sensibilidad cultural. Se crearon para analizar los hechos, pero no necesariamente después de consultar a los pueblos indígenas o de hablar con ellos. E incluso cuando documentaron crímenes contra esas poblaciones, lo hicieron porque trabajaban de buena fe y porque pudieron encontrar y visualizar esas situaciones. Quizá con una mejor preparación lo hubieran hecho mejor.

Aprendiendo de esas experiencias, el ICTJ está identificando otras en las que se están cometiendo violaciones masivas de los derechos humanos contra los pueblos indígenas y en las que estos reclaman participar en el debate de las posibles políticas.

Ahora mismo, hay varios lugares del mundo en los que están produciéndose situaciones de este tipo. En Guatemala, la acusación de genocidio contra el general Ríos Montt tiene que ver con poblaciones indígenas, que está claro que jugarán un papel clave en ese drama. En Norteamérica hay una enorme y enérgica movilización indígena en defensa de derechos económicos, de autogobierno y culturales. También ha habido iniciativas para identificar violaciones de derechos de carácter histórico y encontrar las raíces de los sufrimientos actuales. Esto es, por ejemplo, lo que está haciendo la Comisión de la Verdad de Canadá.

Lo que tienen en común nuevas instituciones como las comisiones de la verdad de Canadá y de Maine es que las están creando los propios pueblos indígenas en colaboración con los Gobiernos de esos Estados. Y esto es algo totalmente nuevo, que quizá constituya un interesante modelo con vistas al futuro.

Es interesante ver cómo, tanto las comisiones de la verdad y la justicia transicional por un lado, como los derechos de los pueblos indígenas por el otro, son elementos bastante nuevos del derecho internacional y que están surgiendo a la vez.

El encuentro es inevitable y deseable. Ambas son áreas de desarrollo muy nuevas, muy abiertas a la innovación y a las interrelaciones.

En el pasado, la justicia transicional se ha relacionado con otros ámbitos de reflexión como el género, la cuestión de la infancia y la juventud, y el desarrollo. Ha llegado realmente la hora de que proporcione a los activistas indígenas otra herramienta para ahondar en la reivindicación de sus derechos.    
"El movimiento de defensa de los derechos indígenas siempre ha defendido muy activamente la necesidad de justicia histórica"

El movimiento de defensa de los derechos indígenas siempre ha defendido muy activamente la necesidad de justicia histórica. Los pueblos indígenas comparten en todo el mundo una misma experiencia, la de la colonización: el hecho de ser resultado de un proceso de colonización que los privó de una determinada forma de vida.

Para los pueblos indígenas la historia y la justicia histórica tienen una enorme importancia. Lo cual supone un gran desafío para las comisiones de la verdad, porque lo normal es que estas se creen para ocuparse de crímenes y violaciones de derechos registrados hace cinco, diez, veinte años. Pero en el caso de los pueblos indígenas las violaciones de derechos han tenido lugar durante siglos.

En muchos casos, los pueblos indígenas no conocen épocas de paz porque, incluso cuando su país estaba oficialmente en paz, ellos estaban en guerra, porque los estaban desplazando, atacando o sufrían una cosa detrás de la otra.

Recuerdo perfectamente una conversación que tuve con un activista durante la Comisión de la Verdad de Perú, que me habló de la nación ashaninka, un pueblo que vive en la selva peruana, cuyos miembros decían que «Siempre hemos estado en guerra. Nuestros ancestros estuvieron en guerra con los incas, que intentaban arrebatarnos las tierras. Nuestros abuelos estuvieron en guerra contra la explotación de caucho y sus grandes magnates, que llegaron a estas tierras a explotar nuestra naturaleza y nuestra mano de obra. Estuvimos en guerra con Sendero Luminoso cuando intentó esclavizarnos. Y ahora quien tiene interés en nuestras tierras son las grandes empresas y los cocaleros, así que continuamos estando en guerra. Para nosotros, la vida consiste en un estado de guerra permanente con el que intentamos defendernos». Así que es evidente que esto supone un enorme desafío para la justicia transicional. Para ellos esto no es una transición, es algo que viene ocurriendo desde siempre.

Otra cosa que se debate es que su memoria es larga. No sólo estamos hablando de la memoria de un testimonio individual pronunciado ante una comisión de la verdad; estamos hablando de la memoria de una tribu, la memoria de una nación que recuerda todas esas violaciones de derechos a lo largo de los siglos. Así que creo que el encuentro entre el movimiento de defensa de los derechos de los pueblos indígenas y el campo de la justicia transicional nace de una concepción elevada, que desde luego resulta enormemente prometedora y productiva.

El 12 de febrero la Comisión de la Verdad de Maine celebrará la ceremonia de nombramiento y aceptación de sus miembros. ¿Qué cuestiones va a analizar esta comisión y qué importancia y repercusiones puede tener para los derechos del conjunto de los pueblos indígenas de Estados Unidos?

En Maine la naciente comisión de la verdad la han creado las cinco tribus indígenas del Estado y su Gobierno. Esta comisión se centra en comprender las experiencias de los diversos actores implicados en el sistema asistencial infantil, desde una descripción humana y psicológica de las mismas. El objetivo primordial de la comisión es recibir puntos de vista, de forma respetuosa, teniendo en cuenta el bienestar espiritual de los participantes y a las personas que sufrieron.

"Esta comisión se centra en comprender las experiencias de los diversos actores implicados en el sistema asistencial infantil, desde una descripción humana y psicológica"
    Esta es la razón de que la comisión insista tanto en la representación, el ritual y la participación oral. No estamos ante un modelo clásico de comisión de la verdad, con un proceso enormemente determinado por el trabajo de archivo y la presentación de varios libros.

Esta comisión, que se basa más en la memoria viva del pueblo, en ceremonias que den significado a las experiencias de la gente, está muy centrada en la oralidad y la representación.

Los días 11 y 12 de febrero se inicia un proceso de oración, meditación y reflexión que acompañará la investidura de los cinco comisionados.

En abril la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Canadá celebrará su quinto acto nacional. ¿Puede usted señalar las diferencias entre la comisión de Maine y la de la Verdad y la Reconciliación de Canadá, entre sus mandatos y procesos?

La CVR de Canadá está analizando un caso concreto: los malos tratos sufridos por los niños en los internados. Lo cual arroja luz sobre un problema mayor: el intento de asimilación forzosa de la población indígena y el de homogeneizar Canadá, haciendo desaparecer las identidades que están fuera de la identidad dominante. La Comisión de la Verdad de Maine está haciendo algo muy parecido al abordar un problema concreto: cómo tratan las instituciones asistenciales a los niños indígenas. Pero intenta arrojar luz sobre la marginación y la discriminación, sobre cuestiones concretas que nos ayudan a comprender las relaciones raciales en el Estado de Maine.

La Comisión de la Verdad de Canadá aborda algo que tuvo lugar a una escala mucho mayor y que tiene que ver con las experiencias de los niños que pasaron por las llamadas Escuelas Residenciales Indígenas. Tiene que ver con un sistema que existió durante unos cien años en todo el territorio canadiense y que afectó a un gran número de naciones primigenias, a poblaciones metis e inuit. Así que la escala marca una gran diferencia. En el caso de Maine, se analizarán cuestiones relativas al sistema de asistencia infantil posterior a 1978, que afecta a cinco poblaciones indígenas del estado de Maine.

La otra diferencia es que en el caso de Canadá las escuelas residenciales las gestionaron iglesias en colaboración con el Estado. En el caso de Maine, se trata directamente de un programa de asistencia infantil estatal, sin participación de instituciones religiosas.    
"No hablan de reconciliación nacional porque no se trata de una sola nación, sino de personas que pertenecen a diversas naciones"

En ambos casos las comisiones surgieron de un proceso de encuentro y de diálogo negociados entre indígenas y no indígenas. En realidad, la diferencia es de procedimiento. En el caso de Canadá, la CVR se constituyó luego deun acuerdo de convenio en el que abogados de las poblaciones indígenas, de las iglesias y del Gobierno acordaron, entre otras cosas, crear una comisión de la verdad. En el caso de Maine, no estamos ante el resultado de un proceso judicial, sino que hubo un proceso de diálogo y aproximación puramente político entre las autoridades del Estado y las naciones soberanas indígenas del Estado.

El concepto de reconciliación es muy importante para esas dos comisiones. No hablan de reconciliación nacional porque evidentemente no se trata aquí de una sola nación sino de personas que pertenecen a diversas naciones. Las naciones primigenias de Canadá se encuentran en el territorio canadiense, pero tienen soberanía, y lo mismo puede decirse de las naciones del Estado de Maine.

En realidad el proceso de reconciliación no remite al concepto de reconciliación nacional, sino al de reconciliación entre naciones, y esto es interesante para diversos procesos de otras zonas del mundo, entre ellas los Balcanes, los Grandes Lagos [de África] y otros países poscoloniales. Así que lo que veamos en estos casos puede arrojar luz y ofrecer lecciones para otros procesos futuros, algo que en el campo de la justicia transicional es realmente fascinante.

¿Cómo cree usted que las comisiones de la verdad sobre pueblos indígenas pueden implicar a un espectro mayor de sectores sociales, de forma que cumplan el mandato de educar a la sociedad?

La educación es una de las funciones primordiales de las comisiones de la verdad, algo que no deben perder de vista. Pero la educación es también su principal desafío, el más complicado.

Estas poblaciones no sólo han sufrido marginación, también se ha visto sistemáticamente silenciadas y excluidas de la historia del país en el que casualmente se encuentran.

"Estas poblaciones no sólo han sufrido marginación, también se ha visto sistemáticamente silenciadas y excluidas de la historia del país"
    Así que, puede que desde el principio la población no indígena tenga prejuicios o desconozca las identidades de los pueblos indígenas o sus experiencias. En consecuencia, cualquier cosa que provenga de esos pueblos chocará con la indiferencia, la incredulidad o simplemente se topará con oídos sordos.

Para superar estos obstáculos las comisiones de la verdad deben hallar un equilibro entre dos cosas. Por una parte, deben ser indígenas: sus procesos deben iniciarlos, concebirlos y dirigirlos indígenas. Por otra parte, deben estar abiertas al diálogo con la población no indígena que no entiende el problema y que, en muchos casos, ni siquiera sabe que existió.

Así que los indígenas deben relacionarse con las comunidades educativa y pedagógica de sus países. Mientras trabajan, las comisiones necesitan acercarse a las poblaciones para trasmitirles que lo que les ocurrió a los niños indígenas afecta a toda la sociedad. En los últimos años hemos sabido, con horror, que en diversas instituciones los niños han sufrido abusos generalizados. Así que quizá algo que esas dos comisiones de la verdad pueden hacer es llamar la atención sobre el hecho de que el bienestar de los niños es responsabilidad de todos.

El ICTJ participa en debates sobre políticas que pretenden garantizar el acceso a la justicia de las poblaciones indígenas. Entre el 27 de febrero y el 1 de marzo el ICTJ, en colaboración con la Universidad de Columbia y la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de la ONU, organizará un encuentro de importantes pensadores, profesionales, activistas y académicos para debatir estas cuestiones. ¿Qué importancia tiene esta reunión y qué resultados se esperan obtener?

El Mecanismo de expertos de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas es una institución especial que colabora con la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos. Está iniciando una ronda de consultas con expertos para abordar experiencias de búsqueda de la verdad y reconciliación y otra relativas al acceso a la justicia. El ICTJ está colaborando estrechamente con este mecanismo.

La reunión organizada con la Universidad de Columbia pretende extraer lecciones, sistematizar experiencias y seguir incrementando el interés de los activistas indígenas en las comisiones de la verdad.

Vamos a recibir a jefes indígenas de todo el mundo, que vendrán a relatarnos sus experiencias con comisiones de la verdad o con iniciativas de búsqueda de la verdad. Tendremos expertos de países en los que se constituyeron comisiones de la verdad, como Guatemala, y de lugares en los que aún están en el horizonte, como Colombia. Acogeremos las experiencias de Canadá y Maine, y las de pueblos indígenas de Asia y África.

Una de las principales publicaciones del ICTJ sobre justicia transicional y pueblos indígenas es el manual Herramienta para profesionales sobre cómo fortalecer los derechos indígenas a través de las comisiones de la verdad. El ICTJ publicará pronto una versión en español de este libro. ¿Qué importancia tiene este documento?

Desde que empezamos a colaborar con la CVR de Canadá hemos sistematizado nuestros conocimientos y las ideas que hemos ido desarrollando durante este proceso de acercamiento a las experiencias indígenas, y hemos publicado un manual titulado Herramienta para profesionales sobre cómo fortalecer los derechos indígenas a través de las comisiones de la verdad.

El libro plasma una serie de recomendaciones para países que contemplan la constitución de comisiones de la verdad y en los que hay pueblos indígenas afectados. Esas recomendaciones también van dirigidas a los propios indígenas, a los que se indica cómo utilizar una comisión de la verdad para hacer valer sus derechos.    
"Esperamos que este instrumento sea especialmente útil para los pueblos indígenas de Colombia, porque sus sufrimientos han sido espantosos e indescriptibles"
La versión en español es muy importante porque muchas comisiones de la verdad de Latinoamérica se toparon con realidades en las que los pueblos indígenas habían visto atrozmente vulnerados sus derechos humanos.

Ahora es muy trascendental porque en el caso de Colombia, por ejemplo, hay un proceso de negociación que esperemos ponga fin al conflicto entre la guerrilla izquierdista y el Gobierno, el más prolongado de los existentes en el hemisferio occidental. Así que esperamos que este instrumento sea especialmente útil para los pueblos indígenas de este país, porque sus sufrimientos han sido espantosos e indescriptibles.

Creemos que el manual ayudará a los pueblos indígenas a incorporar otra herramienta a su abanico de instrumentos de lucha por sus derechos.

Confiamos en que ayude a dejar muy claro a los Gobiernos y a otros sectores interesados que los pueblos indígenas tienen derecho a ser consultados y también a otorgar o retirar su consentimiento a esa clase de iniciativas. Es decir, que no se constituyen comisiones de la verdad o inician programas de reparación porque el Gobierno sea generoso con las poblaciones indígenas. Esas medidas se toman porque las poblaciones indígenas tienen derecho a ellas y hay que tomarlas contando con su colaboración y participación activa.


Traducción de Jesús Cuéllar Menezo.

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FOTO: Un líder espiritual de la comunidad maya de Guatemala se prepara para inciar un ritual tradicianl en el parque arqueológico de Kaminaljuyu (Monte de los muertos en quiché) en Ciudad de Guatemala, 30 de enero de 2008, para conmemorar el violento asalto de las fuerzas locales en la embajada española en 1980, que causó 39 muertos, incluyendo el padre de la premio Nobel de la Paz Rigoberta Menchú. EITAN ABRAMOVICH/AFP/Getty Images